27 mayo 2010

CARTA DE UN FUNCIONARIO.


Resulta que en la década prodigiosa del pelotazo, cuando media España se lo llevaba caliente a casa, cuando un encofrador sin estudios se embolsaba tres mil euros, cuando hasta el último garrulo montaba una constructora y en connivencia con un par de concejales se forraba sin cuento, cuando un gañán que no sabía levantar tres ladrillos a derechas se paseaba en Audi, los funcionarios aguantaban y penaban. Nadie se acordaba de ellos. Eran los parias, los que hacían números para cuadrar su hipoteca, hacer la compra en el Carrefour y llegar a fin de mes, porque un nutrido grupo de compatriotas se estaba haciendo de oro inflando el globo de la economía hasta llegar a lo que ahora hemos llegado.

Y ahora que el asunto explota y se viene abajo, la culpa del desmadre. es de los funcionarios. Los alcaldes, diputados y senadores que gobiernan la cosa pública a cambio de una buena morterada no son responsable de nada y nos apuntan directamente a nosotros: somos demasiados, hay que ultracongelarnos, somos poco productivos. Los responsables bancarios que prestaron dinero a quienes sabían que no podrían devolverlo tampoco se dan por aludidos. Todos los intermediarios inmobiliarios, especuladores, amigos de alcalde y compañeros de partida de casino de diputado provincial no tenían noticia del asunto. Nosotros sí. Como diría José Mota: ¿Ellos? No. ¿Nosotros? Si. Siendo así que ellos? No. Por tanto, nosotros? Si.

La culpa, según estos preclaros adalides de la estupidez, es del juez, abogado del estado, inspector de hacienda, administrador civil del estado que, en lugar de dedicarse a la especulación inmobiliaria a toca teja, ha estado cinco o seis años recluido en su habitación, pálido como un vampiro, con menos vida social que una rata de laboratorio y tanto sexo como un chotacabras, para preparar unas oposiciones monstruosas y de resultado siempre incierto, precedidas, como no podía ser de otra forma, de otros cinco arduos años de carrera. Del profesor que ha sorteado destinos en pueblos que no aparecen en el mapa para meter en vereda a benjamines que hacen lo que les sale de los genitales porque sus progenitores han abdicado de sus responsabilidades. Del auxiliar administrativo del Estado natural de Écija y destinado en Barcelona que con un sueldo de 1000 euros paga un alquiler mensual de 700 y soporta estoicamente que un taxista que gana 3000 le diga joder, que suerte, funcionario.

La culpa es nuestra. A poco que nos descuidemos nosotros los funcionarios seremos el chivo expiatorio de toda una caterva de inútiles, vividores, mangantes, políticos semianalfabetos, altos cargos de nombramiento digital, truhanes, pícaros, periodistas ganapanes y economistas de a verlas venir que sabían perfectamente que el asunto tarde o temprano tenía que petar, pero que aprovecharon a fondo el momento al grito de mientras dure dura! y que ahora, con esa autoridad que da tener un rostro a prueba de bomba, se pasan al otro lado del río y no sólo tienen recetas para arreglar lo que ellos mismo ayudaron a estropear, sino que, además, han llegado a la conclusión de que los culpables son... tachan...los funcionarios.

Soy funcionario. Y además bastante recalcitrante: tengo cinco títulos distintos. Ganados compitiendo en buena lid contra miles de candidatos. ¿Y saben qué? No me avergüenzo de nada. No debo nada a nadie (sólo a mi familia, maestros y profesores). No tengo que pedir perdón. No me tocó la lotería. No gané el premio gordo en una tómbola. No me expropiaron una finca. No me nombraron alto cargo, director provincial ni vocal asesor por agitar un carnet político que nunca he tenido.

Aprobé frente a tribunales formados por ceñudos señores a los que no conocía de nada. En buena lid: sin concejal proclive, pariente político, mano protectora ni favor de amigo. Después de muchas noches de desvelos, angustias y desvaríos y con la sola e inestimable compañía de mis santos cojones. Como tantos y tantos compañeros anónimos repartidos por toda España a los que ahora algunos mendaces quieren convertir, por arte de birli-lirloque, en culpables de la crisis. Amigos funcionarios, estamos rodeados de gente muy tonta y muy hija de puta.

PD. Si alguien, en cualquier contexto, os reprocha -como es frecuente- vuestra condición de funcionario os propongo el refinado argumento que yo utilizo en estos casos, en memoria del gran Fernando Fernán-Gómez: váyase Usted a la mierda, hombre, a la puta mierda.
Extraído de "musicados"

4 comentarios:

  1. Yo soy profesor de Historia y siento no coincidir con tu planteamiento general. No me sentiré jamás un funcionario, trabajamos en lo mismo pero no nos sentimos lo mismo. Lo siento. En mi blog "alzado del suelo" lo explico con más detenimiento. Un saludo.

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  2. Yo soy profesor de Historia y siento no coincidir con tu planteamiento general. No me sentiré jamás un funcionario, trabajamos en lo mismo pero no nos sentimos lo mismo. Lo siento. En mi blog "alzado del suelo" lo explico con más detenimiento. Un saludo.

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  3. Entiendo el enfado pero tampoco coincido demasiado con la argumentación. Soy profesor y también me van a bajar el sueldo. Pero, mi mujer, trabaja(ba) en empresa privada. Ella también se ha ganado su puesto, ella también echa(ba) horas gratuitas, también ha sabido lo que es competir con otros, y sin embargo, hace dos años y medio, se fue a la calle por un ERE.

    Los funcionarios no son los únicos afectados por los recortes. Yo he vivido dos años sin verme afectado en (casi) nada. En cambio, mi esposa si que lo ha padecido.

    Cuando nos rebajan el sueldo, no pienso que sea para castigarnos o culparnos como adelanta usted. Y perdone, sólo expreso una opinión. Creo que también, en algún momento, nos iba a tocar asumir parte de la situación que atraviesa el país.

    En parte, casi opino que es normal. No me creo mejor que otros por ser funcionario. El pequeño empresario, que también ha estudiado, que también ha luchado y competido para montar su empresa, que incluso emplea a varias personas... esa persona no es mejor que yo pero tampoco es peor. Somos todos necesarios y no creo que sea injusto que me hagan contribuir con una parte de mi sueldo si de esa manera ayudo a la recuperación económica. Al fin y al cabo, tengo un puesto fijo, y eso, a día de hoy, es más que un tesoro, eso es un lujo.

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  4. Coincido plenamente. No soy funcionario aunque trabajo para la Administración, jamás me han subido el IPC ni el sueldo, tampoco he pedido nada (soy así de tonto, me conformo con mi trabajo y un sueldo digno), y he visto cómo tipos sin formación (ni oficio ni beneficio) salían elegidos como gestores de millones de euros, se lo montaban de miedo subiéndoles el sueldo o sacándoles plazas a sus amigos de partido (que sí que son unos vagos) y manipulaban concursos para beneficiar a sus colegas pseudoconstructores. O como recurrían al argumento "los funcionarios son unos vagos" para captar votos. El problema no somos los trabajadores públicos o privados, el problema es la gentuza que decide sobre nuestras vidas y a los que seguimos votando creyendo que nos van a solucionar algo.

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